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LIBRAS, CHELINES Y PENIQUES A ORILLAS DEL TÁMESIS

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MONUMENTO A LA REINA VICTORIA. LONDRES (REINO UNIDO)

MONUMENTO A LA REINA VICTORIA. LONDRES (REINO UNIDO)

La libra esterlina es la moneda más antigua de curso legal de las que existen actualmente. Quizá por eso, los británicos han sido tan reacios a adoptar el euro. Su origen se remonta a finales del siglo VIII cuando el rey Offa de Mercia introdujo el penique de plata que copiaba literalmente el denario del nuevo sistema monetario creado por Carlomagno y en el que una libra de plata pesaba 240 denarios. Anteriormente, la libra romana equivalía a 273 gramos aunque para los pagos se usaba la libra griega de 327 gramos. Tras la caída del Imperio, el peso de la libra empezó a variar en cada región y casi en cada pueblo. Una situación que se mantuvo hasta la implementación del Sistema Métrico Decimal a finales del XIX y que aún se da en diversos países, en particular los de influencia anglosajona en los que se siguen utilizando medidas antiguas como la milla que proviene de la antigua Roma –milia passuum o mil pasos.

Aquella libra primitiva se acabó dividiendo en veinte chelines, cada chelín en doce peniques y cada penique en cuatro farthings. Y así fue hasta 1971 en que se introdujo, contra la opinión de la mayoría, la decimalización de la moneda.

Como en tantas otras cuestiones, los ingleses también han sido muy cuidadosos con el respeto a la tradición. Por eso, la abreviatura de la libra es £, su inicial en latín, aunque en inglés se diga pound. El símbolo del chelín sigue siendo una s, no por su nombre en inglés, shilling, sino por la palabra latina solidus, aunque también se utilizaba una raya oblicua (/), estilización de una ese larga medieval. Y para el peniquepenny– sigue utilizándose la d, del francés denier que deriva del latín denarius, origen de la palabra española dinero. Hasta entonces, podía verse en los escaparates alguna oferta de cualquier producto a «£10/19s/11½d», es decir, diez libras, diecinueve chelines y once peniques y medio. O lo que es lo mismo, dos libras menos medio penique; algo así como nuestros 9,95 €, por poner un ejemplo actual o las viejas 995 Pts. de antes del euro.

No me cabe duda de que sumar en libras de memoria debería ser más difícil que resolver ecuaciones de segundo grado. Aunque realmente, todo era aún más complicado. Basta con recordar los relatos protagonizados por Sherlock Holmes, las desopilantes historias de Wodehouse o cualquier novela victoriana o eduardiana para encontrarse con pagos en guineas, soberanos, coronas, medias coronas, florines o farthings. En Una habitación con vistas, Forster relata como la prima Charlotte – encarnada en el cine por esa gran dama de la interpretación que es Maggie Smith – intenta pagar un taxi solicitando cambio a sus familiares.

No me resisto a copiar el párrafo:

– Cinco chelines y yo pongo otro para la propina.

La señorita Bartlett examinó el contenido de su monedero, Sólo soberanos y peniques. ¿Alguien podría darle cambio? Freddy tenía media libra y su amigo cuatro medias coronas. La señorita Bartlett aceptó sus monedas y luego dijo:

– Pero, ¿a quién tengo que darle el soberano?

Y es que el soberano – en inglés Sovereign o Gold Sovereign – equivalía a una libra aunque carecía de valor facial. Se acuñó por vez primera en 1486 durante el reinado de Enrique VIII y debe su nombre al hecho de que la cara mostraba el retrato el rey y la cruz, las armas de la monarquía.

Pero quizá, la unidad más curiosa era la guinea que equivalía a 21 chelines o lo que es lo mismo, una libra y un chelín. Cantidad que podía escribirse como £1/1s o 21s. La guinea fue originalmente una moneda de veinte chelines, -es decir, una libra o un soberano– acuñada en 1663 para uso y en nombre de la Company of Royal Adventurers trading with Africa, un grupo de comerciantes londinenses a los que el rey Carlos II vendió el monopolio del comercio con África. Quizá porque el Golfo de Guinea era un destino habitual de esos mercaderes tomaron el nombre de guinea. Pero en 1698, el oro se había revalorizado y Guillermo III fijó el valor de esas guineas en 21 chelines o 1 libra y un chelín. Y desde entonces, aunque desapareció la moneda quedó la equivalencia como una reliquia propia de la clase alta y los gentleman. A los comerciantes se les pagaba en libras pero los honorarios de los profesionales, las obras de arte o los caballos de carreras se valoraban en guineas. La famosa America’s Cup, la regata y el trofeo más antiguo del mundo es conocido como Copa de las Cien Guineas porque esa es la cantidad que el marqués de Anglesey se gastó en un aguamanil de plata adquirido en Garrard & Co. como premio para el barco que ganara la Queen’s Cup de la Gran Exposición de Londres. Lo hizo el América, del Club de Yates de Nueva York y acabó dándole nombre al famoso desafío náutico.

En fin, que hasta 1971, cualquiera que se echara mano al bolsillo podía comprarse una corbata que costara una libra en Selfridges con una moneda de un soberano; veinte de un chelín o doscientas cuarenta de un penique además de hacerlo con cuatro de una corona, ocho de media corona, diez florines (cada uno valía dos chelines), sesenta groats (a cuatro peniques la unidad) o novecientos sesenta farthings. Aparte de todas las combinaciones posibles entre ellas. Todo un desafío.


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