Hay, en el ámbito de las finanzas, curiosidades, excentricidades y, ¡cómo no! actitudes inmorales, cuando no delictivas, tan simplonas que produce vergüenza ajena comprobar hasta donde somos capaces de llegar los seres humanos cuando de ganar dinero fácil se trata.
A las primeras dedicaremos algunas de estas notas. A esas historias curiosas y amenas que nos enseñaran el origen increíble y poco técnico de muchas instituciones mercantiles o bancarias. No olvidemos que quienes desarrollaron el comercio o la banca querían hacerse ricos, no ganar el Premio Nobel.
Por otra parte, no debemos olvidar que todas las crisis comerciales y financieras están ligadas, de una u otra forma, a todo tipo de operaciones que sobrepasan los límites de la ética mercantil y por supuesto, de la legalidad. Es cierto que en muchas ocasiones esos límites son algo difusos pero no cabe duda de que cuando se traspasan queda meridianamente claro hasta donde llegan.
La propensión a la estafa; a estafar y ser estafado se agudiza en las etapas especulativas de la economía. Pánicos y cracs son precedidos, siempre, de multitud de engaños, muchos de los cuales sólo buscan la propia salvación del estafador gracias a la codicia del estafado. Y el pánico es, en demasiadas ocasiones, síntoma evidente de estafas, robos, malversaciones o fraudes.
Así que dedicaremos esta sección a contar todo aquello que de divertido – como opuesto a aburrido – pueden tener las finanzas. E incluyo en ello a las múltiples estafas y timos porque siempre me ha parecido moralizante el hecho de que el timado recibe, realmente, el castigo a su inmoralidad y codicia.
Quizá esta parrafada de un promotor que maquina como hacerse con los terrenos del ferrocarril sea muy clara al respecto:
Compraremos las tierras a largo plazo, respaldadas por las letras de hombres respetables; y luego las hipotecaremos para conseguir dinero con el que emprender la construcción del ferrocarril. Después, iremos a las ciudades que están a lo largo de la línea para emitir sus bonos por acciones; venderemos una cantidad suficiente de estos bonos para acabar la vía férrea y guardaremos otra parte, especialmente si vamos hipotecando las secciones a medida que se vayan terminando. Entonces podremos vender el resto de las acciones con la perspectiva de una línea de ferrocarril que atravesará un país mejor y también podremos vender las tierras con un beneficio nada despreciable. Sólo queremos unos cuantos miles para iniciar las inspecciones y arreglar legalmente las cosas.
Hemos de reconocer la maestría de Mark Twain, autor junto a Charles Dudley de la novela a la que pertenece este párrafo, The Gilded Age: A Tale of Today (La Edad de Oro; Una historia de hoy), novela publicada en 1873 y en la que Mark Twain describía el dorado camino americano hacia la fortuna y recogía la expansión económica y el desmesurado crecimiento posterior a la guerra de Secesión americana (1861-1865).
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