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MEDINA DEL CAMPO, LA FERIA DE ESPAÑA

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Medina del Campo fue la feria medieval más famosa y concurrida de España. Aunque suponemos que su existencia es anterior, nos consta que don Fernando de Antequera, natural y señor de la misma, la confirmó a inicios del siglo XV antes de ser coronado, tras el Compromiso de Caspe, rey de Aragón. En fecha tan temprana como 1450, la Crónica de don Álvaro de Luna recoge la visita del rey Juan II y nos da una pincelada de su carácter internacional al señalar que suelen venir e concurrir a ella grandes tropeles de gentes de diversas naciones así de Castilla como de otros regnos. En esos mismos años, el viajero Pero Tafur que había visitado gran parte de Europa la hacía comparable a la de Amberes y en 1491, los Reyes Católicos disponían que fuera considerada como Feria General del Reino.

La red de caminos que unía Medina del Campo con los núcleos urbanos y comerciales más importantes de la cuenca del Duero, su ubicación en el centro de península y su privilegiada posición entre Burgos, Toledo y Portugal, hicieron de la villa el lugar ideal de reunión para los mercaderes itinerantes de la época.

Por otra parte, el crecimiento continuado de la economía castellana durante el siglo XV permitió que las Ferias, cada una de cincuenta días, celebradas en Medina en mayo y octubre, atrajeran mercaderes de otros países, aparte de castellanos. La Feria era lugar de encuentro para comerciantes y banqueros portugueses, aragoneses y navarros y en pocos años, su fama traspasó los Pirineos, acogiendo también a franceses, flamencos e italianos, en particular florentinos y genoveses.

En los puestos levantados al efecto se comerciaba con vinos, aceites, especias, perlas y joyas; tejidos, brocados y damascos y sobre todo, lanas. La lana era, sin duda, el producto más intercambiado dada la fama de las ovejas castellanas, la calidad de su lana y el prestigio, importancia y privilegios de que disponía el Honrado Concejo de la Mesta que constituyó un pilar fundamental de la economía de Castilla a lo largo de todo el siglo XVI.

Como venía ocurriendo desde hacía siglos en las ferias, las transacciones comerciales convivían con las financieras ya que ambas se complementaban. En el siglo XVI, Medina del Campo se había convertido en uno de las principales plazas financieras de Europa. El incremento de las relaciones mercantiles entre todos los países de la fachada atlántica y muy en especial con Flandes desde la llegada al trono de los Austrias, exigía la existencia de lugares y fechas concretas en las que efectuar los pagos  que era como se denominaba entones a la liquidación de cuentas y compensación de documentos de pago. Hasta tal punto llegó esa identificación de las ferias con lo que serían unas primitivas cámaras de compensación que el vencimiento de las letras de cambio se establecía en función de las fechas de celebración de las mismas, existiendo el denominado vencimiento a feria. Por otra parte, la letra también actuaba como soporte jurídico de operaciones de crédito a corto plazo en una de las innumerables formas que idearon los mercaderes para soslayar las prohibiciones religiosas al préstamo. Al final, las ferias comerciales devinieron en ferias de pagos y cambios en las que se negociaban efectos mercantiles, deudas y documentos bancarios.

A partir de 1520, la Hacienda Real escogió las Ferias de Medina del Campo para negociar con los banqueros los anticipos necesarios para hacer frente a sus obligaciones a la vez que liquidaban a los asentistas  de la corona que aprovechaban la propia feria para compensar sus propias deudas y derechos de cobro.

Hasta 1551 estaba prohibida la exportación de metales preciosos. Los prestamistas extranjeros de la corona a quienes se conocía por asentistas, pues asientos se denominaban los títulos de deuda pública emitidos desde tiempos del Emperador Carlos, no tenían forma de sacar sus beneficios salvo si adquirían bienes en Castilla, habitualmente materias primas, para venderlos en el extranjero, repatriando de este modo sus capitales. Al ser muchos de los asentistas extranjeros, el mercado financiero era muy importante. Lo que solían hacer era comprar todas las letras de cambio giradas sobre plazas extranjeras que compensaban con libranzas de la Hacienda Real. De este modo, les resultaba más fácil sacar su capital de Castilla mientras persistió la prohibición de exportar metales preciosos. Desde el punto de vista de la economía nacional, la cantidad de libranzas de la corona generaba un exceso de papel en la que sólo se podía reducir si la Hacienda Real pagaba.

Las bancarrotas de Felipe II acabaron provocando la quiebra de multitud de banqueros y mercaderes lo que generó una enorme desconfianza en la Feria de Medina, hasta el punto de que en 1567, la República de Génova, una de las grandes potencias mercantiles de la época, prohibió los cambios con España. A su vez, y para evitar las demoras en las celebraciones de las Ferias se empezaron a emitir Letras de Cambio con vencimiento a fecha fija.

Cuando en septiembre de 1575 Felipe II suspendió pagos por segunda vez y anunció la revisión de los asientos realizados desde 1560, el crédito de la monarquía se resintió de modo definitivo perjudicando a las ferias y en particular a la de Medina que no se celebró durante dos años. En 1583 se estableció por Real Cédula la libertad de cambiar al extranjero siempre que no se hiciera durante los cien días de las Ferias de Medina del Campo. Aunque la norma, aparentemente, respetaba su primacía, en la práctica acababa con el monopolio financiero de Medina y consolidaba el traslado del centro financiero de España a la Villa y Corte. Por último, la suspensión de pagos de 1596 acabó con las Ferias de Medina aunque oficialmente estuvieran vigentes hasta principios del XVIII.

Fueron dos siglos de intensa actividad mercantil los que vivió Medina del Campo. Dos siglos en los que la villa evolucionó desde una sencilla feria medieval de compraventa de productos a su reconocimiento como importante plaza financiera mundial.


2 comentarios

  1. Miguel Angel Lorenzo Mier dice:

    No sé de qué fecha es este artículo, y siento no haberlo leído en su día. Le agradezco enormemente este trabajo, que en cierta forma se lo debía a Medina y sus Ferias, desde aquél que escribió sobre las Ferias Medievales, hace meses. Trata en él, las Ferias de esta Villa de forma muy generalista, pero suficiente para que quién no las conociera se haga idea de la importancia capital que durante tanto tiempo tuvieron. Aprovecho esta ocasión para indicar a todos los interesados en estos temas, que precisamente ahora (desde la semana pasada) está teniendo lugar en nuestro Museo de las Ferias, una magnífica exposición monográfica, sobre el Mercader y Cambista Simón Ruiz Envito, gran hombre de negocios, que aunque natural de Burgos, fijó su residencia en la Villa de las Ferias, Medina del Campo, haciendo que su nombre fuera vértice de cobros y pagos, entre todas las potencias mercantiles de aquella época. Estas Ferias, que como muy bien dice en su articulo, empezaron con los Señores de Medina, todos ellos de la Casa de los Trastámara, tuvieron su cenit a finales del siglo XV y primera mitad del XVI, y son los expólios a los que someten a Castilla los Austrias los que van encadenando su decadencia y muerte, para convertirse al final en una Feria Comarcal.

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    • Así es, se lo debía a Medina del Campo y sólo lamento no haberlo publicado antes. Aún así hay mucho más que contar de la Feria de Medina e intentaré ampliar estas Notas. Sobre todo para que quien pase por aquí conozca la historia de la que fue la más importante plaza financiera de la península durante dos largos siglos.
      Un saludo y gracias por sus palabras.

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